jueves, 28 de abril de 2011

Carlismo II: Don Carlos V, Conde de Molina


El Infante Carlos María Isidro de Borbón

El levantamiento del movimiento Carlista no solo supone para España una querella dinástica, sino el nacimiento de toda una historia alternativa dentro de la prolongada y bella gesta histórica de la vida nacional y monárquica de las Españas. Antes de iniciar propiamente con la presente entrada, donde se tratara la vida y legado del Infante Carlos, Conde de Molina, fundador y cabeza del movimiento Carlista original, resulta imperativo acentuar y aclarar que el Carlismo tenía dentro de su agenda todo un ideario propio que le divorciaba por completo de su contraparte, la monarquía liberal Isabelina.

Es precisamente en esa diferencia ideológica en la que se fundamente propiamente la querella dinástica, que dista mucho de ser exclusivamente un problema en la interpretación u observancia de las leyes de sucesión a la corona española, para muchos el Carlismo viene a representar el ideal clásico de monarquía paternalista, que juega un papel activo en la política, que protege la religión (Exclusivamente la Santa Católica, Apostólica y Romana) y sobre todo un monarca que guarda y conserva las viejas instituciones (casi feudales) peninsulares, las cuales mantienen una identidad en cada uno de los diversos reinos que vienen a conformar la corona española unificada, y que mantienen fueros históricos y privilegios fiscales.

Definitivamente estas son solo a manera somera las principales características del ideario carlista, sin embargo cabe resaltar que una vez concluida la biografía de los diversos pretendientes que conforman la línea alternativa de los Borbones carlistas, se procederá a dedicar una entrada completa para analizar el papel histórico de las ideas carlistas y su influencia en la vida política nacional de España, mismas que vienen a influir indirectamente en la formación del gran país que hoy conocemos.

Así bien, el Infante Carlos María Isidro de Borbón, nace el 29 de marzo de 1788, al momento de su nacimiento es el segundo hijo varón sobreviviente de sus padres, Carlos, el Príncipe de Asturias y su mujer María Luisa de Borbón-Parma, Princesa de Asturias, en diciembre de ese mismo año, su abuelo, el rey Carlos III de España fallece, y entonces su padre le sucede como Carlos IV. Cabe resaltar que antes de nacer, sus padres habían tenido una sucesiva serie de hijos varones quienes fallecieron todos antes de nacer Carlos, tres de ellos compartieron su toponímico: Carlos Clemente, Carlos Domingo Y Carlos Francisco, uno más recibió el nombre de Felipe Francisco.

De entre sus hermanas resalta, Carlota Joaquina, quien sería reina de Portugal, María Luisa, casada con Luis de Borbón-Parma y de ella descienden todos los actuales dinastas de Borbón-Parma (Quienes como se verá más adelante guardan una estrecha relación con el movimiento Carlista), y María Isabela, reina de Dos-Sicilias al matrimoniarse con Francisco I de Borbón-Dos Sicilias, como se aprecia en una era muy diferente a la que vivimos hoy, se apreciaba y respetaba el principio del matrimonio real en todo el sentido de la palabra, lo que hoy celebramos no es una Boda Real es una boda de un royal con una burguesa (William y Kate), un matrimonio que hasta hace un siglo hubiera sido considerado morganático e invalido para la institución monárquica (Pero no hay que desviarse del tema).

Continuando con Carlos, se tiene pues que prácticamente su infancia es tranquila, siendo Infante de España por virtud de ser hijo del rey en el trono, pasando sus primeros años en el Palacio Real de Madrid, esta tranquilidad sin embargo se verá abruptamente interrumpida en el año 1808 cuando las tropas de Napoleón Bonaparte, usurpador del trono francés, no solo abdicara su padre Carlos IV (Inicialmente a favor de su Fernando VII y después a favor de José I Bonaparte, hermano mayor de Napoleón), sino que será tomado prisionero junto con sus hermanos en la ciudad de Valencey, al otro lado de los Urales (Es decir en Francia).

Éstos difíciles años se prolongarán hasta 1814, a pesar de que en 1813 las guerrillas peninsulares conseguirán desembarazar a España del usurpador José Bonaparte (Al cual me niego a dar un numeral por tratarse de un monarca ilegítimo), no es sino hasta que cae el Imperio Francés y se da la primera restauración Borbón, que los infantes son rescatados y regresan a la península ahora reinada por su hermano mayor, el rey Fernando VII.

Durante la gran parte del reinado de Fernando VII (1813-1833), el Infante Carlos, es reconocido como el heredero presunto al trono, sin embargo nunca es creado Príncipe de Asturias, ya que Fernando VII siempre tuvo la esperanza de que sería capaz de engendrar descendencia legítima, prueba de ello lo son sus cuatro matrimonios, de los cuales, los tres primeros no dejaron ningún solo vástago.

En 1816 el infante Carlos, casa con la Infanta María Francisca de Portugal, con quien procreará tres hijos varones, primero Carlos Luis de Borbón y Braganza en 1818) (Su futuro sucesor con el nombre en pretensión de Carlos VI), luego Juan Carlos de Borbón y Braganza en 1822 (El futuro Juan III, pretendiente carlista y legitimista), y finalmente Fernando de Borbón y Braganza nacido en 1824.

Es en el año de 1830 cuando repentinamente, la cuarta esposa (María cristina de Borbón-Dos Sicilias, su sobrina) de Fernando VII da luz a una hija, a la cual llaman Isabel, las cosas cambiaran profundamente para el Infante Carlos, ya que con la ayuda de las Cortes Generales, en mayo de ese mismo año, Fernando VII consigue derogar la Ley Sálica en España (Lo cual me parece sumamente extraño considerando el profundo conservadurismo de Fernando VII), esto por medio de su famosa “Pragmática Sanción”.

En 1832 la reina María Cristina, da de nuevo a luz, sin embargo se trata de otra niña, a la cual nombran Luisa Fernanda (Y de quién descienden los duques Orleans de Galliera), ésta fue la última oportunidad de que la sucesión se hubiera logrado sin disputa alguna, si Luisa Fernanda hubiera sido varón, se habría convertido en el heredero aparente, y Carlos no habría tenido ningún reclamo válido al trono español.
Sin embargo el destino decidió dejar a Fernando VII sin descendencia masculina, y a su muerte en 1833, legalmente le sucede su hija de tres años como Isabel II de España, primera y única reina titular de la España unificada hasta la fecha, sin embargo Carlos la desconoce y se proclama con el apoyo de una buena parte del ejército y la población como Carlos V de España, el movimiento Carlista ha nacido.


La reina Isabel II

El reinado de Isabel II no pasara de ser mediocre y difícil, los levantamientos Carlistas la pondrán en jaque, y su reinado culminara con una Revolución que la depondrá en 1868 poniendo de hecho en riesgo a la misma dinastía Borbón en España, la cual se trata de “sustituir” ilegalmente con los Saboya en 1870 en la persona de Amadeo, Duque de Aosta, nuevamente me niego a reconocerle como rey legítimo, ya que la sucesión no puede ser alterada por autoridades electas, la monarquía debe de regirse en su propio derecho.

Bien entonces, Carlos V, organiza de inmediato un ejército y con su proclamación de Abrantes, se reitera como legítimo sucesor de Fernando VII, la “Primera Guerra Carlista” inicia, el largo peregrinar de un príncipe rebelde inicia, teniendo que huir inicialmente por mar y atravesar el hexágono francés para finalmente establecerse en Navarra y las provincias del país Vasco, mismas de las que tendrá gran apego a lo largo de su vida por sentirse identificado con su identidad rural y profundamente religiosa.


La primera guerra Carlista


La sucesión de generales carlistas (Entre ellos, el famoso Zumalacárregui), los temores de complots internos y las divisiones, condenaran al movimiento Carlista a una sensación de desencanto y desilusión, terminada la primera guerra carlista en 1839, con una victoria de las tropas Isabelinas, y la retirada de los Carlistas, el infante Carlos decidirá retirarse al exilio en Francia, definitivamente.

La muerte de su primera mujer en 1834 será también un fuerte golpe para el profundamente católico, Carlos V, sin embargo en 1837 adquirirá segundas nupcias, con la hermana de su fallecida mujer, la nueva reina carlista, será la Infanta María Teresa de Portugal, sin embargo de éste matrimonio no habrá descendencia alguna.

Cabe resaltar que un simple matrimonio podría haber arreglado la situación, cualquiera de los tres hijos de Carlos V podría haber casado con Isabel II, poniendo fin a la querella dinástica, sin embargo los consejeros de Isabel y el gobierno liberal, veían con desconfianza al conservadurismo de los carlistas, y temían con gran recelo que sus políticas condenaran a España a un retrogrado reino similar al de tiempos de Fernando VII.

De hecho en más de una ocasión se presentaron rumores sobre un supuesto matrimonio entre Carlos Luis e Isabel, el cual habría dado de vuelta el trono a la línea mayor de los Borbón-España. Siguiendo estas esperanzas, Carlos V, abdica en 1845 sus derechos y pretensiones al trono español con la esperanza de que su hijo mayor, se pudiera casar con más facilidad con Isabel II, esto sin embargo no sucede, y el ahora, Carlos VI es desairado cuando en 1846 Isabel II contrae nupcias con el Infante Francisco de Asís de Borbón, Duque de Cádiz.

El decepcionado Carlos, quien adopta el título de Conde de Molina, pasará sus últimos años en el exilio, con la esperanza de que su hijo Carlos VI logre lo que él no pudo conseguir, retomar el trono español para su linaje y su causa. Sin embargo la Segunda Guerra Carlista (1846-1849) de Carlos VI resultará infructuosa, y se reducirá a una serie de levantamientos populares sin trascendencia.

Carlos, Conde de Molina, fallece el 10 de marzo de 1855 en la ciudad de Trieste (Actual Italia) que en aquel entonces estaba gobernada por el Imperio Austro-Húngaro y la dinastía Habsburgo.

miércoles, 20 de abril de 2011

Carlismo I: Antecedentes e Inicio


La bandera del Carlismo: La cruz de Borgoña.

Una de las características más importantes que conforman la estética de cualquier monarquía, es la de sus procesos, leyes y tradiciones de sucesión, es por ello que en lo personal la Francesa, es la monarquía que me parece de mayor belleza por haber conservado las mismas leyes de sucesión intactas ya por más de mil años.

En el caso de España, las tradiciones de sucesión son mucho menos claras y han transmutado en más de una ocasión, originalmente en tiempos de los Trastámara, se habla de una ley de partidas, en la cual sucede al trono el hijo mayor varón del monarca reinante, y en ausencia de hijos varones, el trono se sucedía por aquellas hijas del monarca, en total ausencia de descendencia legítima del monarca reinante, entonces el trono pasaba al siguiente hijo mayor del rey anterior, o en su defecto de sus hijas (Si las hubiese), en ausencia de descendencia legítima del rey anterior, se procedía entonces a buscar descendencia mayor masculina del rey antepasado, y en su ausencia de descendientes femeninas en principio estricto de primogenitura, la lógica se repetía en las generaciones anteriores cuantas veces fuera necesario.

Sin embargo esta lógica no tuvo que aplicarse en ninguna ocasión durante el reinado de los Austrias (1516-1700), los cuales se suceden en cinco generaciones de padre a hijo, aunque cabe resaltar que dicha sucesión enfrento muchas complicaciones debido a la alta mortandad infantil que sufrieron los dinastas Habsburgo de España, la cual incremento con el paso de las generaciones debido a la creciente práctica del matrimonio endogámico, y los varios casos de uniones entre tíos y sobrinas, una abominación para nuestros ojos contemporáneos, pero una práctica muy común en esa época.

Así tenemos que el trono pasa de Carlos I a su hijo mayor, Felipe II, y de este a Felipe III, de éste último el trono es sucedido por Felipe IV, y finalmente éste tras perder a varios herederos masculinos, deja el trono en manos de Carlos II, el cual sin embargo estará tremendamente incapacitado tanto física como mentalmente, y será incapaz de procrear descendencia, dejando la sucesión abierta a discusión.
Se puede apreciar que la sucesión era asunto dinástico, y así los testamentos y voluntad de Felipe IV y Carlos II se interfieren y se contradicen, situación que sería impensable en Francia donde el orden de sucesión es intocable, así cuando Luis XIV trato de agregar a la misma a sus hijos ilegítimos hubo gran descontento y el cambio se abolió tan pronto falleció citado soberano, en España al parecer el asunto de la sucesión pertenecía a la prorroga real.

Aunque Felipe IV deseaba que la sucesión pasara a los Habsburgo austriacos (descendientes por múltiples líneas femeninas de los reyes Habsburgo de España), Carlos II decidió apegarse a la tradicional Ley de Partidas, y entonces el trono debía de recaer en la hija mayor del rey anterior, la cual era María Teresa, Reina de Francia, la cual para entonces ya había fallecido.

María Teresa había tenido un solo hijo, Luis, el Gran Delfín, con su esposo el Rey Sol, Luis XIV, a su vez el Gran Delfín tenía tres vástagos varones: Luis, Duque de Borgoña, Felipe, Duque de Anjou y Carlos, Duque de Berry, debido a que tanto Luis, el Gran Delfín, como Luis, Duque de Borgoña estaban en la línea directa para suceder al trono francés y no queriendo una unión entre las coronas hispana y gala, Carlos II designa a Felipe, Duque de Anjou como su sucesor.

Así en 1700 a la muerte de Carlos II, el trono pasa al duque de Anjou, un Borbón, quien se convierte en Felipe V de España fundando una nueva dinastía y una nueva era para los reinos ibéricos (Excepto Portugal), su ascenso fue sin embargo debatido y desencadena la Guerra de Sucesión Española, la cual gana y se consolida en el poder.
Una de las primeras “Reformas Borbónicas” es la de la importación de la Ley Sálica francesa, adaptándola al trono español y determinando que las mujeres no pueden ascender al trono a menos de que la línea masculina de Felipe V se vea agotada, situación que no ocurrió y que hasta el momento sigue sin ocurrir, al menos 76 vástagos de la línea masculina legítima de Felipe V sobreviven hoy.

Generalmente se acepta que durante el reinado de Carlos IV (1788-1808) la ley sálica fue secretamente abolida, y al ascender al trono Fernando VII en 1813, una vez expulsado el usurpador José Bonaparte, se vuelve a encender polémica sobre la sucesión, debido a los sucesivos matrimonios del retrograda monarca y la ausencia de descendencia.

Finalmente en su último matrimonio, Fernando VII procrea con María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, dos hijas: Isabel y Luisa Fernanda, buscando perpetuar en su propia línea el trono, Fernando VII publica la pragmática de sucesión que permite el ascenso al trono de dinastas femeninas, aún en la existencia de cadetes de la sangre real en línea masculina.


Carlos, Conde de Molina: Fundador del movimiento Carlista

Ésta decisión desplaza al hasta entonces heredero presunto, Carlos, Conde de Molina, hermano de Fernando VII, de la línea de sucesión, asunto que no es bien visto por la elite conservadora de España y por el propio Carlos. A la muerte de Fernando VII en 1833, hereda el trono su hija mayor, quien toma el nombre de Isabel II de España, su tío sin embargo la desconoce y se proclama como Carlos V de España (No sea confundido con Carlos I, quien también era el V de su nombre, en su capacidad como emperador del Sacro Imperio).

El desconocimiento de Isabel II, y la proclamación de Carlos V como legítimo rey de España, establece el surgimiento del movimiento Carlista, llamado así por obvias razones en reconocimiento del Conde de Molina, pronto el movimiento se distinguirá no solo por defender una sucesión alterna, sino por contener en su ideario, una serie de principios e ideales que se asocian con una monarquía más tradicionalista, en contraste con el liberalismo de la línea isabelina.
Con ésta entrada se da breve y somera explicación a las condiciones que dieron paso al nacimiento del movimiento Carlista en España.

Muy pronto...

A sugerencia de uno de nuestros lectores, se hablará del Carlismo en España, y en menor medida del Miguelismo, el cual es mucho más breve y se abordará en una sola entrada, ya que éste movimiento se ha fusionado con la principal y en manos de su pretendiente recae el único reclamo mayoritario al trono de Portugal.

He decidido cambiar el lenguaje del blog al español por ser mi lengua materna y porque he apreciado que la mayoría de los lectores son del mundo Hispánico. Esto también en búsqueda de una mejor redacción, sin errores de síntaxis y conjugación.

Es importante recalcar que éste blog no ha muerto, y su autor sigue buscando el reconocimiento a nivel internacional del movimiento monárquico, el cual seguirá vivo a perpetuidad, por tratarse de la causa más noble.